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Santos Hernández: Guitarrero por vocación

Sobran presentaciones para este guitarrero, Santos Hernández es, sin lugar a dudas, uno de los máximos referentes, junto a D. Antonio de Torres y Hermann Hauser, de la construcción de guitarras a lo largo de la historia.

Santos Hernández nació en Madrid en el año 1873. Inició su carrera de guitarrero trabajando como aprendiz del guitarrero Valentín Viudes. Después de un corto tiempo, dejó la tienda de Viudes y se trasladó a Granada para trabajar en el taller del guitarrero José Ortega. Poco tiempo después, regresó a Madrid para entrar a trabajar para el luthier Saturnino Rojas y en la prestigiosa tienda de Francisco González.

En el año 1893, Santos fue reclutado y asignado a una unidad de artillería durante los cinco años de su servicio militar para posteriormente ser enviado a Cuba para luchar durante la guerra hispanoamericana. Al abandonar el ejército en 1898, estableció su propio taller en la calle Nicolás Salmerón.

En el año 1905 fue contratado por Manuel Ramírez como capataz para reemplazar a Enrique García, quien se había mudado a Barcelona para establecer su propio taller. Tras la muerte de Manuel Ramírez en el año 1916, Santos continuó trabajando para su viuda hasta el año 1920. En el año 1921, Santos Hernández abrió su propio taller en la Calle Aduana nº 27 de Madrid, un taller que seria punto de encuentro de los mejores guitarristas clásicos y flamencos de la época como Miguel Llobet, Andrés Segovia o Daniel Fortea, Ramón Montoya, Sabicas o Luis Molina.

La reputación de Santos Hernández como guitarrero se multiplicó exponencialmente cuando se conoció que fue el autor de la guitarra Manuel Ramírez del año 1912, que el maestro Andrés Segovia tocó durante gran parte de su carrera, la história que se esconde tras esta famosa guitarra la contó en varias ocasiones el mismo Andres Segovia y transcurrió tal que así:

Segovia  tenia tan solo 18 años cuando entró a la tienda de Manuel Ramirez y se presentó, el había llegado al taller de Manuel por recomendación de amigos en Córdoba (España). El joven guitarrista estaba en Madrid hacia unos dias con la intención de dar un concierto, y le explicó a Manuel Ramirez que la guitarra que tenia no respondía a las exigencias y le pidió que le proporcionara el mejor instrumento que dispusiera, explicandole que no podia darse el lujo de comprarla en ese momento pero si estaba dispuesto a alquilarla (en aquella época era común el alquiler de pianos y otros instrumentos pero no se alquilaban guitarras) a un buen monto de dinero, y si la guitarra satisfacia sus necesidades y le gustaba, le propondría comprarla.

A Manuel la propuesta no le pareció mala y penso que si se alquilaban pianos porque no alquilar una Ramirez ?
Dada esta situación Manuel le pidió a Santos Hernandez que le trajera la guitarra que habian construido para un tal Manjón.

El Sr. Ramirez le explicó a Segovia que un músico ciego le habia encargado la construcción de una guitarra, pero cuando fue a retirarla, la probó y despues de tocar arpegios y mas arpegios, comenzó con criticas hacia el instrumento, decia que carecia de volumen y sustain, que algunas notas eran mas apagadas que otras, que los trastes estaban desparejos, y como Manjón continuó despreciando la guitarra, el Sr Ramirez se indigno mucho y le grito:

¿Acaso cree que porque construi este instrumento con la colaboración de mis discipulos, eso es motivo de verguenza y que por esa razón conseguirá disminuir su valor y se la entregaré a un precio insignificante? Yo tengo mi orgullo y preferiría guardarla en su estuche por siempre antes que vendersela a Ud!

Segovia comenzó a tocar la guitarra y para hacer breve la historia, Ramirez al escucharlo tocar, se la entregó como un regalo al ver el talento del joven guitarrista. La Ramirez de 1912, es la que Segovia utilizó durante los proximos 25 años de su carrera. Aunque esta lleve la etiqueta de Manuel Ramirez, en general se reconoce que ha sido principalmente construida por Santos Hernandez.

En 1922, Segovia fue a ver al Sr. Hernandez porque necesitaba reparar la famosa Ramirez/Hernandez de 1912, entonces Santos Hernandez sugirió que como el la había construido, debería permitirle sustituir la etiqueta Ramirez por la suya. Segovia se negó, pero le dijo que si lo deseaba podria colocar su etiqueta dentro de la guitarra, con la inscripción «reparada por Santos Hernandez», que es lo que Hernandez hizo despues.

A mediados de la década de 1920, la relación entre Santos Hernández y Andrés Segovia se vio truncada cuando este le mostró a Santos su nueva guitarra, una replica exacta de la Ramirez/Hernandez del 1912 realizada recientemente por un luthier de Suiza,  y Segovia fue muy entusiasta sobre sus virtudes (aunque en realidad no hay indicios de que Segovia haya utlizado esta imitación en sus conciertos). En ese mismo momento Santos se encontraba construyendo una nueva guitarra para Segovia, este hecho hizo que el guitarrero se sintiese despreciado por Segovia, que además mostraba poco interés por la nueva guitarra que estaba construyendo especialmente para él. En respuesta a esta actitud, Santos decidió quedarse con esta guitarra y la llamó ‘la inédita’.

No fue hasta finales de la década de los ’70 que el sobrino de Santos Hernández, Santos Bayón, decidió vender esta guitarra por un millón de las antiguas pesetas tras la muerte de su viuda.

A Santos Hernández se le atribuye la construcción de algunas de las guitarras  más importantes del S. XX, otro claro ejemplo de ello es la guitarra de Regino Sáez de la Maza, con la que el guitarrista burgalés estrenó el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo en el Palau de la Música de Barcelona el 9 de noviembre del año 1940.

Santos Hernández construyó sus guitarras flamencas siguiendo el sistema tradicional de D. Antonio de Torres. Las guitarras flamencas de Santos Hernández destacan por tener una respuesta de acción rápida y potente y suelen estar construidas, en su mayoría, utilizando la combinación estándar de tapa de pino-abeto y cuerpo de ciprés. Cabe destacar que Santos agregó una innovadora barra armónica, inclinada hacia abajo, debajo de la tapa armónica consiguiendo aportar más firmeza a los agudos.

Santos Hernández murió el 8 de marzo del año 1943. El diario ABC de Madrid publicó una nota al día siguiente informando del deceso del «Stradivarius de la guitarra».

La personalidad de Santos ha sido descrita como la de un hombre bondadoso, de pocas palabras y entregado a su arte, haciendo guitarras por pasión y no por dinero. Siempre trabajó solo, sin aprendices,  pues consideraba que los jóvenes solamente querían aprender el oficio de guitarrero de forma superficial y con la única finalidad de hacer dinero fácil haciendo guitarras en serie.

Santos Hernández fue, y continua siendo, una figura imprescindible y fundamental para el desarrollo y evolución de la guitarra, tanto clásica como flamenca (de hecho sus modelos de ciprés sirven para música clásica y viceversa), y su trabajo, ha de ser y será, elogiado y estudiado por guitarreros de todo el mundo por los siglos de los siglos.

AMÉN.